Métrica libre (o asalvajada, según se mire).

Y amor. Y dolor también.
Y soledad.
Y la luna, cada noche, plantada en mi cabeza.



sábado, 26 de marzo de 2011

En ocasiones... me enamoro


En ocasiones… me enamoro. Catastróficamente, sin remedio, con los nervios de una primeriza, como si todas las veces fueran la primera.

Lo más común es que un par de razones me basten. Miento, en realidad son tres: que me altere el corazoncito para bien es top del ranking. La segunda, que me deje darle todo lo que tengo. Y la tercera que me lo devuelva de a poquitos, que de golpe y del tirón es de mal gusto.

En ocasiones… pierdo el norte porque cambio el sol de sitio por cualquiera, que tengo los marcos desgastados de cambiar fotos nuevas.

Y todas las ocasiones son distintas y especiales; todas las veces pienso “ésta es la mía”, eso es igual siempre, no cambia. Cuando se me frena la sonrisa de repente y se esfuerzan mis ojos por ver más allá mientras mi entrecejo dice “espera un momento”… ya es demasiado tarde.

No es que cualquiera pueda enamorarme, pero a veces puedo enamorarme de cualquiera, que no es lo mismo. Turnos de a uno que se dan la vez muy educados.

En ocasiones… se me va de las manos y me enamoro, como ahora.
Me he atado a la muñeca una cuerdita para saber volver a casa desde urgencias, que las migas de pan no me sirvieron las veces anteriores.

Pero esta vez, ésta… es diferente. Lo siento de forma catastrófica, sin remedio, con los nervios de una primeriza…

“¡Esta vez…. ésta… es la mía!”


miércoles, 16 de marzo de 2011

Kilo y tres cuartos






- Buenos días, ¿en qué puedo servirle?
- Quisiera felicidad, kilo y tres cuartos.
- Disculpe, no se vende por kilos, va por horas.
- Ah... ¿y a cuánto está el minuto?
- Pues depende. Según la temporada.
- Ya imagino. ¿En cuál estamos?
- En la cara.
- Vaya suerte la mía. Me lo temía. Déjeme usted un momento que vacíe los bolsillos aquí encima y me dice a cuántos llego.
- No se moleste señora; si le cabe en los bolsillos no le alcanza.
- Insisto.
- Me reitero.
- ¡La necesito!
- Y yo la creo, se le nota.
- Entonces ¿qué puedo hacer?
- Vuelva usted mañana.
- ¿Mañana?
- Mañana he dicho.
- Pues no voy a poder, porque trabajo...
- Mejor para usted, así se me distrae, que le hace falta.
- Pero yo lo que quiero es... ¡¡ser feliz!!
- Y yo seguir despachando, señora, que mire la cola que se me ha formado en un momento.
- Oiga usted, ¡mi felicidad es igual de importante que la de estos señores que me miran el trasero!
- Sí, sí, para mí sí, no le quepa duda, pero para ellos no. Pregúnteles, pregunte, a ver qué dicen, que en este pueblo más allá de la primera persona en singular nadie conjuga...
- ¡Pero eso es inhumano!
- Muy al contrario, señora. Es lo más humano que hay, nos guste o no. Supervivencia lo llaman. Búsquelo en Google.
- Qué tristeza...
- Ya lo siento...
- Prefiero no creerlo.
- A mí plin...
- Pues me voy más infeliz de lo que vine...
- Eso le pasa por venir, así no vuelve. Se me hace a un ladito, si no le importa, y me despeja el mostrador.
- Uy, pues sí que está lleno de gente este ladito...
- Así no se me aburre. A ver... ¡siguiente! Buenos días, ¿en qué puedo servirle?


lunes, 7 de marzo de 2011

La próxima vez

La próxima vez, intentaré fruncir menos el ceño
y no taparme los oídos con las manos.

Habré de creer más en las señales,
interpretar certera los posos del té robados
y hacer más caso al mundo, y a mí misma,
que no he de confundirme ni negarme
cegada por reflejos "ya me toca",
porque ya me está tocando, pues estoy viva y soy libre
(tan libre que la mayoría de las veces, elijo equivocarme).

La próxima vez, cuando me vendan cuentos,
replicaré que prefiero las verdades
y que aprecio mi tiempo sobremanera,
que no es traidor el que avisa
y sí el que roba de noche la arena de los relojes.

Pondré encima de la mesa
un listado escrito a mano con mis defectos,
porque no es sólo el mío, el tiempo que valoro.

La próxima vez, me temo, tendré aún menos paciencia
y contaré sólo hasta el dos, que me conozco...
(y no me parece grave, sin embargo).

La próxima vez, como en el resto,
tampoco contaré los días antes de decir "te quiero",
pues nunca es pronto ni tarde cuando se siente sincero,
y está muy falto este mundo de expresiones.

La próxima vez, amigos, si me equivoco de nuevo,
volveré, sin duda alguna, a perdonarme.